Me siento perdido y no sé qué hacer con mi vida. Esas eran las palabras que más se repetían en mi cabeza, como un disco rayado que no paraba. Describiría esa sensación como caer en un pozo o un agujero oscuro y profundo y no tener una escalera para poder trepar y salir de allí. Estás atrapada en la oscuridad, sintiendo frío y notas como te vas entumeciendo.

En muchas ocasiones el miedo a la incertidumbre, el  miedo a no saber lo que vendrá, el miedo a lo desconocido… es lo hace que se mantenga el problema y que la persona dependiente siga alimentando esta relación tóxica, incapaz de eliminar lo que le hace sufrir. Muchas veces intentaba evitarlo y no darle importancia, pero horas o días después me volvía a encontrar con la realidad. Me sentía perdido. Me sentía vacío.

El ser humano es un ser sociable por naturaleza y aunque nos encante compartir en grupo y con la pareja, también es fundamental aprender a disfrutar de la soledad, disfrutar de nosotros mismos y pasar tiempo sol@s. De esta forma, si aprendemos a estar a gusto en soledad, las relaciones que tengamos serán saludables.

Además de pasar tiempo solo y aprender a disfrutar de la soledad, ¡ojo! también es fundamental no convertirse en un ermitaño.  No se trata de descuidar tu vida social, y es que tener una vida social activa hará que disfrutes de relaciones mucho más sanas y no dependas únicamente de una sola persona.

Hay que intentar aprender del pasado, de lo bueno que nos aportó y de lo no tan bueno también, pero siempre de cara a mejorar, eso sí, no traigas al presente, al “aquí y ahora” los problemas de relaciones anteriores, no compares, si lo haces estarás añadiendo una enorme y pesada carga a tu relación actual nada útil.

Déjalo estar y punto.

El pasado, pasado es. 😉